
Nada de lo que surge de mis dedos,
llega hasta tu asalto,
en ese momento me doy cuenta que esos
dolores no siempre quedan atrás,
pero que recuerdo es todo.
Días y noches,
tardes y risas humildes.
Cierro los ojos,
todo tan efímero y confuso.
Nombres con imágenes adaptadas a la memoria,
piernas temblorosas por esta escena tan fría,
luces brillantes apagadas,
y miradas de desconocidos.
Un golpe maestro no pudo abrir la puerta a la realidad,
y yo sigo aquí soñando.